Con el corazón para la princesa...
Buenas noches, o días...
Disculpa, no sé en qué momento lo leas pero de seguro cuando eso suceda tengas
un poco tenso el ceño y los labios juntos, ya me imagino tu expresión de chica
enojada a punto de romperte ante la risa, el rostro bello y serio con el que
siempre me saludabas y que un instante después dibujaba una enorme sonrisa,
¿Sabes? Me encanta tu sonrisa, quizá porque me costaba algo de trabajo
ocasionarla, quizá porque te la pasabas sonriendo cuando nos juntábamos, ahora
estoy sonriendo.
Seguro es el saludo más absurdo
que alguien te ha escrito, ponerme a hablar de risas cuando mi intención era
concretar un compromiso añejo, una de nuestras Pinky Promise con el puño.
Aunque te confieso que pensé que lo haríamos tirados en el sillón con un café y
con Bach de fondo, pero ¿a quién engaño? Seguro terminaríamos como siempre,
tirados; pero con cerveza y quizá música bailable porque... Me encanta bailar
contigo y con tu sonrisa discreta, tus palabras mientras girabas y ese abrazo
tuyo con el que me recordabas algunos planes; pero sigo alejado del objetivo
prometido... Platicar de leyes.
Estuve pensando mucho en ti y tu
compañía, aunque varias veces nos molestábamos terminabas riendo y empujándome
a hacer locuras, como si fuera yo tu campeón en hablar o actuar en público. Era
tu candidato, tu orador, tu guionista y hasta tu mago. Creo que siempre me terminaste
haciendo sentir mejor, y recuerdo habértelo confesado; que me hacías sentir orgulloso,
evitabas que sintiera vergüenza por reflexionar. Y ahí... en escenarios lejos
de sobriedad me dabas una cátedra importante sobre el derecho más básico: El
derecho a sentirse querido.
Y es que íbamos a tirarnos a
hablar de leyes, ¿no? Sobre derecho y el estado de garantía, cosas así, algo un
poco distinto a los sabores de cervezas, los costos del vino o la estética
arquitectónica del cosmos, las tradiciones de occidente o las fantasías de
oriente, las ironías bíblicas o las paradojas de la ciencia, del poder
omnipotente del Monstruo volador de Espagueti o de la nula garantía de la misericordia
del olvido, desde Roma hasta el final del mundo.
¿Sabes? Hace unos días fui a la
Universidad Pontificia a unas charlas, me sentí en la meca del Ku Klux Klan.
Eso porque el tema es uno muy polémico estos días: La ideología de género. No
me preguntes cómo llegué ahí, eso saldrá poco a poco como todo, lo importante
es que por primera vez salí de unas ponencias realmente enojado, quizá hasta
triste. Había autores que se consideran autoridades en sus campos, uno es de
hecho autor de libros que ocupo para algunas clases, bueno... En realidad no es
muy buena la bibliografía de la Anáhuac, pero... A veces el ser profesional nos
exige poder comprender a la gente boba que relaciona la psique con Dios.
Yo sé que muchas veces parto mi
discurso de odio de la crueldad divina, pero esta vez intenté ser tolerante con
los intolerantes, y no porque sea simpatizante de la familia gay o las posibles
consecuencias del cambio de la familia nuclear, sino porque como sabes... Creo
en el derecho a ser amado, y aunque no me consta por ser beneficiario alguna
vez percaté que la gente se ama, y en consecuencia... vivían felices.
Ojalá pronto pueda exponerte el
discurso completo con el que la psicología integral/personal y la fe se
contradicen, pero por ahora mencionaré un par.
Rodrigo Guerra... Promotor de la
antropología filosófica personal y destacado por su trayectoria en México y el
extranjero; se atrevió a señalar que si permitimos la formación de derechos a
partir de preferencias, terminaríamos legalizando cualquier barbaridad. De
inmediato se me vinieron a la mente tipos gritando que legalizaran la marihuana
o a las de 15, a veganos exigiendo en un futuro cercano la formalización de
familias de especies múltiples, y no sé... A mi compañero del trabajo casándose
con su Mustang. Pero mi costumbre problematizándola de inmediato reaccionó,
dime querida Princesa... ¿La libertad de culto no es un derecho con base en
preferencias?
¿Acaso no las garantías
individuales están llenas de preferencias? Al menos las preferencias sexuales
tienen un referente tangible, en cambio las religiosas sólo se basan en el
imaginario, hasta cierto punto el derecho a creer en lo que quieras, es el
derecho a ser ignorante. Pero esta gente... Me siento tan molesto, quieren
descartar ideas de familia por incongruencias fisiológicas, porque un papá sin
pene no es papá o una mamá con pene no es mamá, mientras que por otra parte
gritan que todos somos hijos de un señor que ni siquiera tiene cuerpo.
...
Perdón por manchar con rencores
nuestra charla, pero pocas personas se quedan a mi lado cuando me visita la
furia, y tú... Con una sonrisa me acompañas en mi tragedia, me dices que las
cosas estarán bien, me acompañas en el éxito sin estar pensando en otra parte,
por el contrario te importo cuando se supone que soy importante. Gracias porque
las layes en que crees son aquellas donde el amor y el perdón no es cosa
extraterrenal, sino parte de la dignidad humana.
Gracias Princesa, por ser
democrática, por sonreír ante los defectos, por confrontarme con coraje cuando
es propio y por defenderme de mí mismo cuando soy ese monstruo agresivo
reactivo.
Frankenstein hizo un monstruo
ante sus ojos, pero él sólo tenía culpa por existir a causa del capricho ajeno,
Ese monstruo cometió crímenes por el único deseo que tenía que era ser amado, sólo
exigía un derecho intrínseco a la naturaleza de la cual partió su creación, y
no lo consiguió. Tú me ayudaste a dejar de ser un monstruo.
Con completo cariño para ti... Abraham.
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