martes, 17 de noviembre de 2015

Siempre antropología... Y Alice

Siempre Alice
Observaciones sobre “dignidad huana”
Y antropología filosófica desde la lectura de
Juan Manuel burgos

Introducción

Alice era una profesora en la prestigiosa universidad de Columbia, su vida era al parecer plena salvo un detalle: “su hija menor estaba arruinando su futuro al elegir ser actriz profesional en lugar de ir a la universidad”. Un día ella comienza a padecer síndrome de Alzheimer prematuro y su vida cambia; pierde los recuerdos gradualmente, el empleo, advierte del riesgo familiar al tratase de una enfermedad con carácter genético y de posible transmisión por herencia a su familia y se enfrenta a lo que quizá temía más. Desaparecer como una persona útil para el mundo.

Juan Manuel Burgos en su antropología filosófica plantea varias problematizaciones sobre los anteriores criterios de “persona” y la antropología que se hacía sobre ella, realizando un recuento de las variaciones conceptuales desde la época antigua hasta nuestros días. Así también propone una idea sobre la “dignidad humana” como el eje sobre el que se debe replantear un concepto de persona, ya que las fallas de los sistemas anteriores es que intentaron determinar al individuo a partir de elementos ajenos a él, haciendo de la antropología un reflejo del pensamiento conjunto de diversos intereses que no tomaban en cuenta a la persona como un ser ontológicamente libre ni con reconocimiento intrínseco por su decisión propia de vivir.

Antecedentes

Alice es una distinguida eminencia en el campo del lenguaje, su inteligencia le ha llevado a ser reconocida por sus trabajos sobre la conceptualización en la comunicación, el habla y fuera de lo profesional, por llevar a flote a una familia estable y tener incluso energía para salir a correr. Esto nos lleva a la primera pregunta que podríamos hacernos desde la revisión histórica que hace Burgos, paralelo a: -¿qué es una persona? Nos cuestionamos: -¿Quién es Alice?
Burgos parte del concepto grecolatino personare el cual adopta el sentido de  prósopon señalando que se trataba de una palabra para identificar a un individuo como objeto, es decir, sólo señalaba su identidad, en función al rol que la sociedad le asignaba, así como una máscara le da a un actor la identidad de héroe, bestia o deidad, una persona más allá de un humano, era un ciudadano, esclavo o extranjero. Teniendo aceptación e identidad de acuerdo al criterio ajeno, un esclavo no tenía los derechos que un ciudadano, y un extranjero ni siquiera podía acercarse a la tierra de los latinos sin ser sometido1. Alice de igual forma se concibe como “La profesora de Columbia”, con un puesto reconocido y autoridad sobre su familia, su papel como actriz en el mundo es el de una mujer que ha roto barreras y alcanzado todo lo que se ha propuesto, incluso con una edad récord si la comparamos con muchos casos reales. Ella tiene una identidad construida a partir del reconocimiento ajeno, tanto de alumnos como de instituciones y su autoridad según ella tiene un peso tal que se atreve a juzgar el futuro de su hija menor cuando esta le revela que se quiere dedicar al teatro (una ironía de la película), pues según Alice: -Ese no es un trabajo real que le garantice un futuro.

Cuando la enfermedad de Alice ha progresado lo suficiente y ella pierde la capacidad de recordar se enfrenta en primera instancia a la pérdida de sus conocimientos, hay que resaltar que su oficio usa como herramienta principal precisamente al saber, y la pérdida de memoria la aleja de su primer papel como “Eminencia docente”, haciendo que se derribe su pilar de identidad reduciéndola a Alice. Además esta separación de su oficio no es la única problemática, pues las fallas de memoria le van quitando cada uno de los rasgos que la conforman como Alice, como lo son su relación normal con los hijos, la intimidad con el esposo o su capacidad para encontrarse en el mundo.
Entonces, siguiendo distintos tratos que le ha dado al tema antropológico Burgos, podemos encontrar en Alice un ejemplo de la construcción humana a partir de su funcionalidad en el mundo, pues si bien Alice no deja de existir literalmente, nos muestra que la separación con el mundo es producto de la pérdida de roles en él, iniciando por la identidad profesional, seguido por la familiar y así hasta la propia ubicación geográfica. Frente a esto, Burgos diría que a pesar de toda la pérdida de vínculos pragmáticos con la sociedad, Alice no deja de ser ella misma y mucho menos una persona, esto por la introducción del término de “Dignidad de la persona”, en el cual nos hace reflexionar sobre la identidad de Alice como individuo frente a una Alice instrumentalizada1.
Construcción del individuo, Alice en el mundo.

El Alzheimer se convierte en un padecimiento conveniente para el estudio de la formación del individuo partiendo de “conceptos”, pues como relata Burgos en un sentido histórico sobre la revisión del concepto de persona, parece ser que lo que se entiende por persona no se trata de una persona en sí, sino de una persona en el mundo, privando de una existencia ontológica a los individuos y haciéndolos dependientes de nexos con la sociedad “en función a…” , los individuos son sólo personas cuando cumplen con un rol señalable en la sociedad, incluso cuando en algún momento la visión cristiana proponía una igualdad de reconocimiento intrínseca a los seres humanos 1 por medio de la fe, la propiedad de una identidad como persona radicaba en las acciones llevadas a cabo por la persona y no estaba asumida por su existencia misma 1, y aunque la posibilidad de igualdad ante Dios abrió una gran posibilidad para la valoración del hombre en sí, aún había muchas carencias para llegar a una antropología que definiera a la persona a partir de su propia existencia. Es muy importante recordar que en cada momento histórico señalado en el texto se liga al valor sobre la persona a acciones a valorar, es decir, aunque la base del concepto gire en torno a la conciencia del yo, la igualdad ante Dios, o un rol ante la sociedad, la  persona no puede ser valorada  en sí sino a partir de las acciones propias y su impacto en los otros1.
En el caso de Alice, la construcción como persona parte de sus capacidades sociales y el concepto de éxito como algo que se adquiere y se puede perder, esto se menciona varias veces en la película cuando se habla de “perder todo aquello por lo que se ha trabajado”, porque aparentemente las acciones de crecimiento no van dirigidas a la superación personal, sino a la obtención de grados reconocibles en la sociedad, o bienes tangibles. Ya sea su título en la universidad, el puesto que le ofrecen al esposo, el futuro económico de la hija menor. Son principios en un inicio para poner en la balanza la valoración de la persona, pues aunque Alice ama su trabajo y lo desempeña con placer, le implica un reconocimiento ajeno, el mismo esposo le reconoce que le ama por su inteligencia, y es precisamente una de sus cualidades que se ve afectada por la enfermedad.
Así mismo podemos apreciar en la cinta el momento que Alice examina una posibilidad en el tratamiento del padecimiento al visitar a un internado para casos como el suyo, ahí ella se aterra por la posibilidad de convertirse en una carga, un individuo incapaz de atenderse por sí mismo y por extensión no ser útil para la sociedad, llevándola a la conclusión que es mejor morir a enfrentar una vida como parásito, anteponiendo su funcionalidad en el mundo a su existencia propia. Alice elabora un protocolo de ultimátum y establece un límite a su pérdida de memoria, se deja instrucciones grabadas y literalmente señala “cuando ya no pueda recordar estos datos, entonces hay que seguir estos pasos sin cuestionamientos”. Quizá sea este momento el que deja más clara la necesidad por una valoración individual que parta del mismo sujeto y no de sus afectos o relación con el entorno, pues si bien resulta aterradora la incapacidad de recordar siquiera el nombre de los hijos, es más aterrador que se pueda establecer un criterio de valor por la vida donde exista un límite a partir de cual o hasta el cual se permita continuar viviendo a alguien.


Dignidad de la persona, la aceptación de Alice como Alice.

Burgos señala muy bien la necesidad por un criterio antropológico en el que la  persona sea valorada a partir se sí y de forma absoluta, esto porque si se permite la posibilidad de criterios ajenos y variables, podríamos derivar en conclusiones como la de Alice y determinar que a partir de cierto punto se permite vivir a otro, y hasta cierto punto ya no. Consideraciones acerca de las personas fuera de su valor intrínseco a través de la historia han provocado situaciones donde ante la debilidad de la vida se considere inducirles la muerte a ciertas personas, tal es el caso de la eutanasia o el aborto. Ante un criterio donde la persona vale por sus actos se puede aplicar una pena de muerte o negársele apoyo y discriminarlo, o por un contexto social y de creencias se llega a situaciones como el terrorismo o el holocausto.

Por ello el concepto de dignidad de la persona es de suma importancia en cuanto se habla de una plenitud humana a partir de la existencia misma y separada del desarrollo social o personal1, señalando a la  persona como libre de determinismos o relaciones en cuanto a su función con los demás1.

Alice experimenta este reconocimiento una vez que pierde la memoria en un par de ocasiones conmemorables, la primera cuando se le permite dar una conferencia donde al final se le aplaude por hacer lo que le gusta (hablar en público) y no por ser paciente de Alzheimer o haber sido la gran profesora de Columbia, y el segundo y más importante, cuando su hija comprende que su madre irrumpió en su intimidad al leer su diario, no obstante esta se maravilló por lo escrito ahí independientemente del autor, cuando la hija comprende eso por completo también enfrenta el hecho que su madre la ama y admira  más allá del motivo de ser una buena actriz o su hija misma, la reconoce como “alguien” bueno en quien confía y se apoya en compañía.



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