Depurando Archivos me encuentro con este tipo de recuerdos que quisiera olvidar...
Pero una parte de mi me pide que antes de borrarlo lo rescate y lo mande a un lugar donde puede revisarlo después, esperando sentir algo muy distinto para entonces.
Bitácora del esclavo
Centro Médico 14 de Noviembre de 2013...
Resulta muy frustrante tener que demostrar las debilidades
que tiene uno, quizá por un momento quisiera despreocuparme de escribir con una
buena redacción y hacerlo atrevidamente, irónicamente considero que aunque me
preocupara por ello lo haría así, no por una libertad implícita en mi carácter,
sino por defecto de mi técnica.
Hoy me sinceré con quien parece ser mi amiga del piso, una
trabajadora social con la que he podido tener acercamiento personal, se trata
de una mujer joven y bella, muy atenta, ella me ha mostrado interés y cierto
aprecio por las acciones que ha visto que cometo. Hoy tras platicar sobre lo
frustrante que me resultó colaborar en una fundación en crisis terminé por
confesar mi mayor preocupación. A pesar que mi mayor compromiso lo he mantenido
en expreso total con mi padre, me sigue atacando la idea haberle fallado a mi
persona especial, le conté que me sentía como un farsante al ir con enfermos al
borde de la muerte e intentar animarlos con diálogos de esperanza, hablar del
milagro que realiza mi padre al estar venciendo al cáncer a diario, de los
fulgurosos apoyos que hemos recibidos por parte de la humanidad y las
constantes bendiciones y buenos deseos que nos ofrecen esas “pinches gentes” de
las que constantemente se queja mi amada.
Y digo que me siento como un farsante porque acá entre
desconocidos laboro como un superhéroe que comienza a repartir paz, justicia y
esperanza desde que sale el primer rayo de sol hasta incluso después que la
noche cubre al mundo con la cúspide de su oscuridad, mientras que por otro lado
no soy capaz de hacer sentir bien a Ella, su reclamos y apatía me resuenan todo
el día en la cabeza cuantas cosas he hecho mal desde que la conozco, y no es
para menos, cada que reviso nuestras conversaciones, cada que repaso los
recados que le mandé, cada que me acuerdo de nuestro pleitos, no me queda duda
que sin esforzarme pude yo ser el peor de los seres que haya conocido. Y me
reclamo sin misericordia a diario, comienzo a arrepentirme de dos cosas principales,
una es haber sentido un supuesto amor del modo en que lo hice, tan viciado de
dependencia y un fuerte deseo de tenerla presente en mi vida, si hubiera sido
cierto alguno de mis esfuerzos por convertirme en ese hombre mejor y merecedor
de su cariño habría podido convivir con ella en plena libertad y fomentándole
una confianza sincera, no la distante relación que ahora tenemos en la que
tomamos mil reservas antes de decir algo, actuamos tan avergonzados de nuestros
seres, tan avergonzados de nuestros defectos porque sabemos que nuestro estado
natural no es bueno para el otro, lamento que jamás podré contemplarla en
plenitud de espíritu y libertad.
La otra cosa que lamento es no poder hacerle creer que mi
arrepentimiento es sincero, me arrastra a mi infierno personal el saber que
jamás me perdonará, cada que cierro los ojos vislumbro sus ojos rencorosos
recordándome que no fui lo que deseaba, que yo no debía estar en su vida en
lugar de las personas que ha perdido, se que ella esperaba palabras de consuelo
de gente a quien si valoraba y en cambio yo solo podía ofrecerle un arremedo
defectuoso de ello, simplemente me arrepiento del modo en que fracasé.
Dicen que la victoria es hija de todos y la derrota no tiene
madre, quizá debería abrazarla como única compañera, al cabo ambos tenemos
presente lo despreciables que podemos ser. Karina me intenta explicar que al
reclamarme a mí mismo no me percato de las cosas buenas que estoy logrando,
intento responderle que si al final del día ella no sonríe entonces no hice las
cosas bien…
Recuerdo a mi amiga difunta, la única que podía
comprenderme, una niña dulce y llena de amor, ojalá hubiese sido yo el que
muriera ese año, y no haber presenciado las desgracias actuales, era más
probable que ella alcanzara la felicidad y reconocimiento de la persona que
amaba antes que yo.
No paro de pensar dos cosas, una es que Sonia no me quiere,
la otra es que debería ser yo el muerto.
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