El 27 de Abril se conmemora
en todo el mundo uno de los oficios más humanos que hay a mi parecer. Me
refiero al Diseñador Gráfico, y si bien al inicio no suena para muchos como una
labor que se empape de lo más puro o bondadoso de las mayores virtudes humanas,
no podrán negar tras hacer una breve reflexión, que el diseño está inmerso por
completo en el desarrollo humano en tanto que refleja precisamente lo que
significa ser humano, y me refiero a que el diseño muestra al hombre de una
manera analítica y expone lo que engloban las características básicas que
podrían describirlo. No, el diseño muestra al hombre con una intención, y es
precisamente esa intención lo que separa a nuestra especie de algunas otras al
momento de manifestarnos sobre la tierra.
Según una compañera diseñadora, el concepto de diseño puede enunciarse
como “asignar y designar”, y aunque la verdad otros de sus colegas podrían aportar
otras labores, yo considero que es suficiente y certera esta idea pues describe
al diseño como una actividad con pleno uso de la voluntad y la conciencia en su
quehacer, una idea que dijera que un diseñador haga creaciones o forme
creencias me parecería un tanto ocultista y hasta partidaria de la idea
fanática del “diseño divino”, donde una entidad ajena a su creación estipula un
destino para ella que resulta ser irremediable. Por otro lado la idea de mi
amiga señala que un diseñador diserta entre ideas ya existentes y las agrupa
para dar un mensaje, a diferencia de lo
ocurrido en el creacionismo, un diseñador auténtico no aparece cosas de la nada
(eso deberían aprender los jefes), sino que ordena conforme a un propósito un
grupo existente de elementos y forma una idea. Y es aquí donde resalto mi
aprecio por el diseño como obra humana al ser una actividad que explota al
máximo al “Lenguaje” que entendiéndolo como la expresión ontológica de lo que
se considera humano, resulta hacer del diseño el oficio de dirigir y reflejar
una ideología tal cual como quiere ser percibida.
Un diseñador no maquilla ni arregla nada sacándose cosas de
la manga, pro el contrario, implica un profundo conocimiento del objeto
particular a exponer, así como su papel dentro del entorno que lo rodea, un
diseñador no realiza una labor sofista de fortalecer puntos débiles o debilitar
argumentos sólidos, sino que exige compensar las fallas y muestra esas virtudes
que pueden pasar por mudas durante una exposición que puede ser en un tiempo
breve.
Ahora es cuando retomo la idea de “Diseñador Gráfico” y su
relación con lo visible, y es donde admiro a quienes lo ejercen pues son
capaces de llevar a cabo los 2 primeros momentos del modo en que se alcanzan
los sueños y me refiero a: visualizarlo y manifestarlo. Así como muchos de
pequeños sentíamos placer al dibujar y plasmar con humildes trazos en un papel
el llamado más sincero de nuestro corazón, el más profundo deseo o el más
aterrador de nuestros temores, el diseñador imprime la selección que le resulta
más adecuada de su esencia misma en cada trabajo.
Y como todo oficio, el diseñador gráfico también enfrenta las
dificultades propias que obstaculizan su arte o el placentero ejercicio de su
labor, aspectos que van desde la incongruencia temporal de pedidos, malas
planificaciones de corporativos, inseguridad sobre lo que un autor puede pedir
para su producto, caducidad de una idea en un medio frívolo y oportunista,
acoso creativo, boicots a la personalidad misma, o la exigencia de poderes psíquicos.
No obstante a quienes conozco que se dedican a esto lo hacen con un profundo
amor y dedicación. Y a ustedes diseñadores, quienes nos hacen legibles al
mundo, hoy les deseo cientos de felicitaciones.
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