martes, 8 de abril de 2014

Mejor solo que malacompañar

Y hay gritos, conspiraciones, desacuerdos porque hemos estado en una crisis que nadie deseaba. Todo iba bien, quizá no perfecto, pero estábamos en una posición admirable, aunque la verdad me siento incómodo con eso de rescatar momentos que jamás tuvimos solo porque se termina el tiempo para que un día lo hagamos.

Yo tenía mi lucha, yo estaba dedicado a ella, yo vivía por ella, y cuando entré en esta batalla me debilité en mi causa. Sé que es egoísta pensar que esto es motivo para mi fracaso, la culpa es solo mía y además, yo ya había sido derrotado desde hace años. Y ahora, que resulta que soy el único al que le ceden el derecho de sentirse egoísta, ahora solo me dan las gracias con la misma intención que lo hacen en un empleo.

Eso no es gratitud, recibir un agradecimiento por la entrega no sirve de nada, en cambio uno sin querer ser funcional dedicó un servicio. Al menos prometieran que las cosas irán bien sin uno, al menos dijeran que funcionaran mejor, que no decaerán,  tan lo menos prometieran que combatirán cualquier síntoma de la enfermedad. Pero no, solo se rinde porque yo no soy como quiere, porque no digo lo que quiere oír, porque se comienzan a notar mis lágrimas por lo que he sacrificado.

Y si en un inicio pensé que la vida era algo a lo que uno lo obligan, hoy estoy seguro que la naturaleza que lo permite hoy me sale debiendo. Y no es soberbia injustificada, no es un mero capricho, no es rencor porque al igual que mis víctimas las cosas tampoco son como quise. Es el estrepitoso ruido del grito por el hierro candente que me marca hoy, por sus repetidos contactos que me reiteran una y otra vez que la humanidad no está a la altura del uso de la razón; es ese ácido que corrompe, viola, destruye, oscurece, que carcome mi pecho, que lo mutila y rasga para abrirlo y exponer su contenido. Que expone, presume y menciona que lo que me forman son tripas, son tejidos ensangrentados que se mueven mecánicamente, que ese pulso es una reacción de contracciones, que el aliento un efecto de la presión y que es una bomba hace circular la vida por el cuerpo y no un corazón. Esta realidad que a carcajadas se burla de mí mostrándome que lo que corría adentro se llama plasma y no como la mujer con quien quise soñar, esta realidad que me pasea como a nazareno cargándola entre gente peor que corriente, porque no se trata de gente humilde o ignorante, se trata de gente que vive de la muerte de otros. Por ello me debe, y jamás podrá compensar el haberme quitado lo único que era mío legítimo y autogenerado, la única cosa con la que nadie nace y que tiene que formarla con su propia voluntad, eso que mi madre no me cantó en la cuna, eso que mi padre jamás mencionó, eso que era ajeno a mi mundo y que yo formé de las reinvenciones que hacía de este, maldita vida me quitó la esperanza.

Cada noche más oscura que la anterior, cada cielo más despejado para mostrar el vacío, cada estrella más lejana para que su luz me llegue cuando ya no esté, esa es la inmensidad que me traga para perderme, para embarrarme con su oscuro fulgor en la cara que no hay sitio más lejano de todo que aquel donde me han enviado.

Mi lazo de sangre ya era maldito porque era una tragedia evitable que dejaron crecer, ya era maldito porque nos criaron como consecuencia indeseable y arrullaron con lágrimas del ojalá, ya era maldito por Dios porque entre menos nos dio, podíamos estar de pie. Y tras separarnos día a día, nuestro castigo fue comenzar a sepultarnos juntos, y ahora que ya teníamos enterradas las piernas, que la tierra se había comido nuestras manos, que ya no había luz que guiara a nuestros ojos, que ya no había regreso, ahora me dice que no es mi batalla.

Que no va con la empresa el pensamiento sin bandera, porque mi himno no es armonioso, porque no canto coros celestiales, porque yo grito enunciados de razón, porque yo entiendo y él no, porque soy diferente prefiere seguir escarbándose a sanarse a mi lado. Pero no le culpo, no es primera vez que alguien se arroja al abismo para no verme.

Dichosos sean ellos, que al soltarme se alejan de estas tierras bastas en sombras, estos lugares donde se marchitan las memorias, donde ocurre como en un reloj y cada pieza tarde o temprano llega a su hora, donde los gritos son ahogados y los suicidas leídos, estos paisajes donde hay agua en las cabezas y sangre en el cielo… Este lugar que es mi casa, que es mi templo, el sitio al que estoy arraigado, que con desprecio y nostalgia hoy llamo hogar.


Y es mi cariño, mi voz, mi recuerdo, lugar tan nefasto que en la peor pesadilla tampoco sirve como guarida, es mi compañía complemento de la condena, es la loza más pesada y menos importante, es el sitio que se destinaba únicamente para lastimarme a mí, nadie, nadie, quiere ni debe estar aquí. Hijo de la Muerte y el Azar, llamado Accidente, siempre en compañía del Deseo, hoy entiendo porque me pedían decir otros nombres, hoy me rebelo que mi búsqueda no se trataba de encontrar algo, sino de alejarme de donde estaba, hoy… Mato a mi voluntad, y solo así podré compartir mi calma.

1 comentario:

  1. Pues bien, ahora que de una forma u otra se cruzaron nuestros caminos otra vez, sólo quiero que sepas una cosa: yo te hablé de cosas que son más grandes que tú y que yo, y si lo hice fue porque tuve la impresión de que podrías llevarlas a cabo. Tu sabrás si me equivoqué o no, lo cierto es que son independientes de nuestras carencias y desacuerdos.
    Buen viaje.

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