jueves, 16 de febrero de 2012

Uriel y la Piedra negra.

El sello de ónix

Era complicado ser el chico negro del barrio, lo era más el estar ahora a punto de consolidar su imperio sin sentir dolor por todo lo que perdió. Así el aspirante más serio a Capo de la ciudad se encuentra manipulando la tierra de modo que esta termine su venganza.

Todo comenzó con una huida durante la guerra civil norteamericana, en ese entonces su ancestro escapó relativamente fácil a México. Una mujer de color descendiente de aquel esclavo no tendría como tarea sencilla el pasar desapercibida al llegar a la ciudad, aunque su físico le ayudó a ganar algo de dinero, su piel le reducía las opciones, y tuvo que conformarse con ser una mujer de compañía.

Lo más decente que pudo lograr fue el ser ama de llaves de una familia no tan rica, aún así pudo ser recibida y sacó adelante a un vástago de uno de tantos clientes. La familia creció y algunas generaciones después de pequeños bastardos, terminaron por engendrar a una hermosa chica de piel oscura que llegó a un barrio marginado.

Ahí una noche mientras regresaba de su rudo empleo fue violada y como resultado otro no afortunado niño fue concebido. Su nombre fue Uriel y no pudo recibir una educación apropiada, ante el desprecio de los habitantes y las burlas de sus compañeros de juego, el pequeño “Negrito Sandía” -como lo llamaban sus conocidos- terminó siendo un chico más que se metía en problemas y vicios.

La madre de Uriel enfermó, murió y no le dejó grandes consejos, solo pudo encargarlo con un padrino quién intentó cuidarlo. “El Ganso” un señor de edad avanzada era quién recibía más cuidado en esa relación, Uriel debió trabajar muy duro para apoyar a su compañero y así sufrió mucho su infancia.

Cuando comenzó a tener bello en la cara y su vos empezó a ser atemorizante tuvo un encuentro con el personaje que cambiaría su vida. Una noche se toparon en el ministerio público; Uriel que había sido atrapado al robar dentro de una tienda de autoservicio, y “Catoblepas” un hombre de negocios que con unas copas encima atropelló a varias personas. Mientras Uriel está angustiado porque no sabe cómo saldrá librado de este evento, el arrogante tipo se enfurece ante la tardanza de su abogado, la soledad en la celda los termina haciendo conversar.

Al tipo adinerado le resulta molesta la apariencia de Uriel y su aroma, ante una queja el jovenzuelo explica su condición económica. Ante ello estalla la risa del Catoblepas a quien el dinero le llega tan sencillo como el arrancar hojas a un árbol.

-El mundo es de los cabrones, y hasta que no consigas chingarte a uno, seguirás siendo un pelele.

-No soy un pelele- Uriel se lanza sobre su compañero de celda y este sencillamente lo somete.

-Eres además de estúpido débil- Sonriendo el Catoblepas le propina unos golpes.

El custodio tiene preparada una manguera con la que los moja para separarlos, gritándoles groserías los deja empapados y después se burla. Catoblepas se enfurece y estira la mano por la reja y toma de la corbata al oficial para estrellarlo con las rejas, durante la discusión con Uriel este alcanzó a desgarrar la camisa de Catoblepas, mientras él sostiene al sangrante guardia y lo mira a los ojos, se cae la camisa descubriendo el tatuaje que le comienza en un costado y cruza por la espalda para terminar en el otro hombro.

El trazo es muy elaborado y detallado… Se trata de un animal mítico con cuerpo de toro y cabeza de jabalí, un cuerpo fuerte y un cuello débil para una enorme cabeza agachada. El animal parecía confrontar a una serpiente enorme que entre tantas vueltas conforma el margen del tatuaje.

En ese instante le pareció espeluznante la escena a Uriel, el chico que desde su rincón vio en esplendor la agresividad de su oponente, no pudo sentir más admiración a causa del miedo que enfado.

No tardó más en llegar el abogado del pudiente y poco tuvo que alegar y si mucho que pagar para que soltaran a su cliente, Catoblepas que deja su camisa en el piso le señala que el chico también y liberan a ambos. Uriel camina mudo a su lado hasta llegar al auto lujoso que espera a su compañero de arresto, ahí le ofrece Catoblepas llevarlo y lleno de confusión el joven acepta. En el camino tampoco intenta hablar hasta que su nuevo amigo le saca la conversación.

-¿Dónde vives?- Catoblepas le pide la dirección a Uriel quien modestamente da las indicaciones-. Eres distinto, a ti la grandeza no te seduce, te intimida, otros buscarían como quedarse cerca, en cambio tú pareces estar esperando que se aleje, que raros son los negros, al menos los mexicanos

El camino no era largo, sin embargo para Uriel fue el paseo más extenso de su vida, él no había estado sobre un vehículo tan elegante más que para limpiarle el parabrisas. Y aún así, rodeado de confort y lujo, le preocupaba más el hecho de haber intentado golpear al dueño de todo ello.

-¿Qué me va a hacer señor?- dice tragando saliva el jovenzuelo.

-Te llevaré a tu casa estúpido- Catoblepas se indigna por la desconfianza de Uriel-. ¿Quieres saber qué dice mi tatuaje?

-Este, sí señor- asustado, sin embargo todo el tiempo no pudo sacarse la duda de la mente.

-Esto- mostrando su musculosa espalda-. Es un Catoblepas, por eso me dicen así. El Catoblepas es un animal mítico, puede matar con la mirada, y por eso siempre tiene la mirada abajo. El otro es un viperino, una serpiente mitológica. A mí me gusta la idea de que el Catoblepas vencerá al viperino.

El adinerado alcanza a contar su historia justo cuando llegan a casa del muchacho. Ahí se baja Uriel pero antes de salir corriendo lo detiene el chofer, Catoblepas le habla.

-¿Qué, los negros no se despiden?- Catoblepas sale del auto y encara a Uriel-. Esta es la tarjeta de un empleado, ve y que te dé trabajo. Todo lo que mira para abajo se muere, así que te daré la oportunidad de que me alcances, ¿tienes ganas de trabajar?, si eres la mitad de hombre de lo que imagino, nunca serás pobre de nuevo. Si escalas lo suficiente, nos veremos de nuevo.

El Ganso vio salir de un auto de lujo a su ahijado y de inmediato pensó que se trataba de una broma, al llegar donde Uriel, ya se había ido el coche, lamentablemente para él, Uriel había regresado sin comida, sin embargo al enterarse de la historia esté insistió en que el muchacho debía trabajar para él.

Uriel asistió al sitio donde la tarjeta, comenzó de inmediato a trabajar repartiendo paquetes cuyo contenido desconocía, ganaba bien el muchacho y de pronto le dejó de importar qué tenía que hacer, rápidamente en cosa de semanas escaló y ya administraba mercancías, cuándo la probó se sintió mejor. El Ganso estaba feliz, ya no pagaban renta y tenía un departamento más de cuatro veces mayor, no trabajaba y un auto lujoso lo llevaba a donde pedía. Claro para él no había mucho mundo, se conformaba con ir a una piquera más o menos decente en la cual era bien atendido, ese sitio donde se llenaba de alcohol y cada vez, tenía más experiencias repetidas a las que sus lagunas mentales no le dejaban retener.

Algún tiempo pasó, algunas encomiendas también. La costumbre a los placeres jamás tenidos hizo menos sensible a Uriel ante las personas que son como él antes fue. Con dinero y sin limitantes sus aspiraciones cambiaron, aunque ahora había cambiado su vida recordaba las palabras de quien alguna vez le tendió la mano y lo hizo posible. EL Catoblepas no había sido siquiera mencionado en sus conversaciones, tan solo se hablaba de un jefe, y eso era precisamente lo que le frustraba.

Ya había satisfecho sus necesidades, incluso las del Ganso, pero no era suficiente, debía completar aquello para lo que la vida le puso esta etapa en el camino, debía reencontrarse con Catoblepas, y cómo le dijo: “Chingarse un cabrón”. Su nueva prioridad era esa, hacerse de poder.

Un año después se daría el anhelado encuentro, Uriel se hizo una figura de peso para esa organización delictiva, incluso hay mucha gente a su servicio, pero él quiere más.

-He sido enterado que ya no eres un pelele mi estimado negro, ya no traes tus ropas viejas ni hueles mal- Catoblepas recibió en una fiesta a Uriel y a su Padrino.

El Ganso estaba maravillado con los lujos que tenía Catoblepas, y poco le importaban los negocios, de inmediato se perdió entre los vicios y comodidades. Por otra parte Uriel si le ponía atención-.

-Me dijo mi artista corporal que le llamaste para hacerte un tatuaje, tengo curiosidad de qué podría ser lo que elijas- Catoblepas le dice a Uriel mientras observa sus ahora ejercitados brazos.

-Quiero una serpiente- Uriel le sonríe con una expresión malvada intimidando por primera vez a su jefe, le logra sostener la mirada por un tiempo y después se tira a la risa-. No te asustes, no me he convertido a ninguna mafia ajena, es solo que me siento como esos animales, como un cauteloso cazador.

-No me gustaría verte como uno de esos bichos, llenos de veneno, si quieres ser un cazador quizá deberías contemplar un tigre o algo así.

-Estese tranquilo, aun no me decido.

-¿Estese?, la última vez que hablaste conmigo apenas y podías hablarme de usted, y cuando mencionaste lo de la serpiente me tuteaste, vaya que eres una persona interesante.

Catoblepas no es tonto, y de inmediato se percata de las intenciones del joven prometedor, algo en él le dice que ese muchacho de color al igual que un reptil está utilizando su mirada para hipnotizar, pero en su mente mantiene la idea que con la mirada un Catoblepas puede matar.

-Lo siento, me dijeron que esta noche hablaría conmigo un tema importante- Uriel mantiene una postura decidida.

-Así es, aunque me gustaría que te diviertas un poco por ahora, después te pediré que cumplas con una misión importante, que te dejará más dinero.

-Con gusto le haré el favor.

-Recuerdo cuando eras un muchacho que escapaba del dinero- Catoblepas pone su mano en el hombro del chico y a un guardia cercano le indica que lo asista-. Ve con él, te enseñará a tus nuevos compañeros.

Uriel se integra al coctel y se desenvuelve en sociedad fácilmente. En una de las tantas mesas El Ganso se encuentra bebiendo y jugando con unas chicas de compañía, a sus espaldas escucha un diálogo entre otros trabajadores.

-¿Ya viste la indicación que hizo el jefe sobre el Negro?

-Sí, también lo ha juntado con el equipo de la siguiente semana.

-He oído que trabaja muy rápido, ha logrado llegar acá en menos de un año.

-Quizá por eso lo quiera desaparecer.

El Ganso por primera vez pone más atención a algo que no es su bebida, en un inicio teme por la seguridad de Uriel, sin embargo al contemplar la distancia entre él y el jefe, decide hacer un cambio de bando. Podo después el padrino de Uriel busca al jefe para ponerse a su servicio.

-Señor, disculpe que sea yo un poco, curioso, es solo que me he enterado que usted… Ya no es muy amigo de ese muchacho de color, ¿Sabe?, yo puedo, usted sabe, ayudarlo para que no se meta en sus cosas, es un malcriado y solo está aquí porque le envidia sus cosas- Ganso comenta a espaldas de su ahijado.

-Me doy cuenta de que es una persona muy inteligente, créame lo tomaré en cuenta para mis planes.

Ganso pensaba que ya había ganado, sin sospechar que de inmediato sería señalado para desaparecer. La fiesta terminó y a Uriel se le comentó que debía preparar un equipo y armarlo para proteger a un tipo extraño. En una arena de luchas, habría un enfrentamiento entre un famoso luchador y un extraño, al parecer una instrucción desde lo más alto del orden criminal les enviaría a protegerlo, para Uriel resultaba extraño que enviaran a pocos hombres para una misión en la que supuestamente había cierto riesgo de toparse con un equipo de la policía, sin embargo fue mayor el temor cuando apareció el cadáver de su padrino afuera del bar que frecuentaba.

Catoblepas de inmediato contactó a su protegido y lo consoló, le pidió que no se distrajera y que llevara a cabo la misión. Aunque en el corazón del muchacho algo le decía que en realidad lo iban a entregar.

La misión fue como él temía, terminó enfrentando a un equipo especial de la policía en un escenario muy reducido, hubo tantas bajas entre ambos bandos, entonces comprendió que él era parte de la carne de cañón, tantos grupos distintos habían sido enviados, y al desconocerse, no solo mataron policías, sino también a otros compañeros que ignoraban del mismo lado.

Uriel escapó con una herida en el hombro, al llegar a su casa la encontró asaltada y ya no hizo más por entrar. Con dinero que tenía escondido logró curarse y esconderse un tiempo, sabía que Catoblepas le temía, por eso quiso deshacerse de él. Lo del Ganso fue solo un aviso y pronto decidiría planear su venganza. En un local no reconocido se hizo un tatuaje que recorría de mano a mano pasando por brazos y espalda con el dibujo de una enorme serpiente, y en el pecho la leyenda… “Soy el Uiperino”.

Catoblepas trabajaba como secretario delegacional por parte del gobierno, solía asistir a muchos eventos públicos y nadie hablaba de su doble vida, uno de ellos fue en una zona arqueológica, Uriel esperó poco para que se presentara la oportunidad y se presentó ese día, también se infiltró en su hotel y logró encontrarse con él en privado.

Que ingenuo resultó cuando lo atacó por la espalda, Catoblepas lo había visto desde antes y sencillamente lo intercepto, le dio algunos golpes y de inmediato sus guardias llegaron para arrestarlo, Catoblepas no podía mancharse en horarios de figura pública, además este chico había demostrado ser un vicioso más, le resultó insignificante y lo dejó en manos de la escolta.

La instrucción fue sencilla, una calentadita, unos fierros y que desaparecieran el cuerpo, por la noche ya muy herido caía el cuerpo de Uriel por una pequeña barranca, los guardaespaldas tan holgazanes fueron que no se aseguraron de que estuviese muerto.

Esa noche pudo sobrevivirla más con coraje que con fortuna, casi al amanecer sentía sus últimos latidos. Hubiera muerto, de no ser porque ocurrió el evento que cambiaría su vida. A lo lejos una pelea entre seres más poderosos terminaba, y como resultado extraños objetos volaron por todas partes, uno de ellos aterrizó a poca distancia de él.

Una extraña luz brillaba desde una pequeña piedra, Uriel pensaba que era un síntoma de estar muriendo, por eso se tranquilizó al sentirla a su lado.

-Si tuviera una oportunidad, una oportunidad más, podría haberme vengado.

Pareciera que dijese la palabra mágica, y así un Sello de poder se revelaba adoptando la forma de una gran serpiente, un ser luminoso se enrollaba en su cuerpo, la serpiente con el solo tacto le daba a entender que ella podría salvarlo, a diferencia de alguien más sensato, Uriel no hizo pregunta alguna, ni reflexionó al respecto, solo se dejó poseer.

Así quizá el ser más violento estaba tomando forma, el Viperino que devoraría a un ser que presume de matar con la mirada.

Hoy en día toda la historia pasaba por sus ojos, todas sus carencias y el modo sencillo en que le sonrió la fortuna, ahora Uriel tenía poder para aplastar a quien lo retara tiempo atrás, y con apenas concentrarse un poco lo hizo literalmente. Su venganza consumada es su más grande medalla, medalla que presume andando con un tatuaje que el cruza el cuerpo, medalla que está dispuesta a acrecentar así como exponerla ante cualquier retador. Al fin es “El Uiperino”, “El Jefe” y el amo literal de la tierra.

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