miércoles, 6 de octubre de 2010

Los amigos se han enfrentado, ¿cuál salió triunfante?

Episodio 48: La ilusión de vivir
El tiempo pasó tan rápido después que los muchachos comenzaran la batalla más dura de sus vidas, el día dio paso a la noche y los ataques brillantes trazaban líneas de todos tipos, las explosiones eran como manchas y los descansos era eso que terminaba de dibujar cada postal.
Damián había vuelto a ver como todo el mundo, mientras Abraham perdía claridad de un ojo el cual no sería igual otra vez. Así ambos dejaban en la piel del otro las marcas de todos sus sentimientos; La ira de Damián, la melancolía de Abraham, los reproches mutuos y sus respectivos anhelos. Sus movimientos no reflejan sus estilos de pelear más de lo que reflejan sus ambiciones. Damián es certero, cauteloso y fuerte. Algo que no contrasta tanto al chocar con el coraje, valor y la perspicacia de Abraham, la cual no convierte la inconsistencia en factor sorpresa, más bien hace de Abraham un guerrero impredecible, completamente a su impecable compañero.
Un golpe más de Damián impacta en el rostro de Abraham, este al recibirlo le sonríe como si fuera uno más de sus encuentros casuales, le sonríe porque esto no lo hace retroceder, le sonríe porque se sabe querido, porque sabe que no es el único imperfecto.
-Ya no dejaré que me hagas daño- Abraham estalla su poder y aleja volando a su amigo.
Damián pierde estabilidad y tras las horas de batalla se debilita la cohesión de los sellos, aunque él quisiera seguir peleando aunque sus poderes van disminuyendo.
- Yo no perderé ante alguien como tú, alguien que permite que sigan ocurriendo desgracias para los verdaderos humanos, pero claro, a ti conviene que haya cosas que se tengan que corregir siempre, así siempre serás requerido, así siempre serás necesario y así sentirás que te quieren- Damián comienza a delirar por la pérdida de poder.
-Estás equivocado, no pretendo que nadie me reconozca ya, tengo suficiente cariño y no es por las cosas que hago, quienes me quieren lo hacen porque les gusta el cómo soy, porque saben ver en mí algo valioso, y es valioso porque sí, no por lo que resulte tras ello.
-A ti nadie te quiere; Arturo te envidiaba, Sonia fingía su aprecio, tu mamá escapó de ti antes de morir, todos te sonríen mientras los salvas o les das cosas. ¡Solo yo he estado contigo aunque seas tonto o te guste esa mujer!- Damián quedándose sin energía lanza un intento de la técnica que no llegó a perfeccionar, esa que hirió el rostro de su amigo.
Abraham aún con la energía fluyendo crea un escudo similar al que lo cubría cuando creyó ver a Sonia y detiene el rayo.
-Tú mismo reconoces que me quieres, aún sigues siendo humano después de todo- Abraham se prepara para lanzar el Réquiem más poderoso que pueda con sus escasas energías-. ¡Te salvaré Damián!

El día es soleado y calmado, la gente en las calles están aparentemente tranquilas, en una plaza comercial el área de comidas es alegre. En una de las mesitas hay tres charolas, en una de ellas hay servida una orden de comida japonesa, en las otras dos hay cortes de carne enormes acompañados por muchas papas.
Son jóvenes pero no más niños, diez años desde que se conocen y las charlas siguen siendo las mismas, ella los mira contenta aunque los vea discutiendo acerca de cuál de los dos jóvenes es más tonto. Damián sigue agrediendo y burlándose de Abraham cada que este realiza algo para impresionar a Sonia.
-Es una tontería eso de valorar algo por el simple hecho de que exista, las cosas se valoran por lo que pueden servir- Damián atacando su corte con los cubiertos-. Si no, no los percibirías.
-Si se perciben, solo que con algo que no es exactamente los sentidos, hay sentimientos- Abraham compara su filete con el de Damián-. El tuyo es más grande, no se vale.
-Anda Abraham, cómetelo y deja en paz a Damián, al fin que el tuyo aunque no sea tan enorme es un filete- Sonia se burla simultáneamente de las teorías de Abraham y de la situación de los cortes.
Damián se lleva un pedazo a la boca mostrando una cara de satisfacción y burlándose del otro, Abraham frunce el ceño con completa desaprobación, después vira a Sonia la cual le guiñe el ojo, se sonríen mutuamente y Damián eleva su mirada como gesto de aburrimiento.
Una imagen que no es un recuerdo ni una mirada profética, solo es en la mente de Abraham un reflejo del anhelo de seguir compartiendo cosas con sus seres más queridos. Si es la muerte o la distancia algo que los separa, para él la voluntad de estar con ambos es suficiente motivo para sentirse feliz.

Abraham sonríe tras desear con el corazón el rescatar a su amigo y el poder de la técnica aumenta. Es como si efectivamente el anhelo por llegar a vivir con él acompañándolo lo empujara a aumentar sus niveles, los lasos que han formado con su amistad se convierten en las vías por las que circula el gran poder redentor de esta versión del Réquiem.
-No puedes salvarte a ti mismo, te la pasas sufriendo- sentencia Damián enojado, esto produce que se desestabilice más la conexión con los sellos que aún le dan poder.
Damián podría seguir peleando y lo haría, continuaría defendiendo su ideal así no tuviera poderes, no obstante no puede resistir el empuje del rayo de Abraham y termina cediendo.
La luz lo alcanza y disipa sus nuevas habilidades, su aspecto actual se envuelve de brillo que evapora la posesión de los sellos, como humo que arrastra un fuerte viento la fuerza se le escapa y aunque se cubre con los brazos, las marcas de los sellos escapan por su espalda. Las seis luces de colores escapan haciendo una curva ascendente para una vez estando a una altura notable se revolucionan para salir expulsadas en direcciones distintas. Cada una con su trayectoria y envueltas en distintas formas, ya sea con fuego el rojo o vapor acuoso la azul. Así Damián se queda perdido y vencido dentro del Réquiem que lo rodea.
Poco a poco Damián cae de rodillas viendo que el duelo con Abraham que tanto se había postergado lo había perdido. Ya sin energía cae recostado y viendo hacia arriba observa una noche clara y cada estrella es parte de un conjunto que una vez más preceden a un amanecer cotidiano.
La fuerza del Réquiem se disipa y causa una explosión que después se contrae reconstruyendo poco a poco el lugar de la batalla, como movimiento inverso a la disipación de fragmentos, se reagrupan los bloques de cemento y resto de la construcción dejando a los amigos dentro del gimnasio intacto de la preparatoria del sur.
Abraham camina lentamente con una sonrisa en el rostro marcado por el golpe que le marcará a la altura del ojo. Los pasos le dirigen hasta sentarse frente a su amigo vencido el cual irremediablemente se desmaya por el exceso de esfuerzo. Al final de cuentas es Damián la segunda persona en sobrevivir al ataque del hombre más fuerte del mundo, el mismo que ahora es por un instante el salvador de lo que hay y que pretende mantener estable. Abraham como el Arcángel le muestra respeto a su amigo y le acerca un par de dedos señalando como si tuviera la intención de acariciar su rostro.
-Lo siento, no pude convencerte con argumentos fuertes- ilumina las yemas de los dedos-. Que… Tú y yo buscamos la paz y la justicia, es solo que tenemos caminos distintos.
Un aire frio e intenso entra por una ventana y se arremolina detrás de Abraham, entre él se figura el ángel Yibrail con una trompeta en la diestra.
-Es momento San Abraham Arcángel, su amigo me tendrá que acompañar- Extendiendo sus alas señala a Damián al cual un aire oscuro comienza a difuminar.
-¡No!, no puedes hacer eso- Abraham se interpone entre su amigo y el ángel.
-Su objetivo ya no es, es momento de que continúe su marcha entre los seres de poder.
-Él no es de los suyos, él quería un mundo mejor y otros lo hicieron tener esos malditos poderes, ¡no dejaré que te lo lleves!- Abraham aunque exhausto está dispuesto a luchar por Damián grita y se perfila a enfrentar de nuevo a Yibrail.
-Él ya hizo su parte, si se te perdona a ti la existencia, es solo porque aún tus habilidades tienen más por hacer, ese muchacho ya hizo cumplido su ciclo.
-¡No puedes hacerlo, llévame a mí!- Abraham suplicando a la figura divina.
-No hay más opciones, sin sus poderes tendré que llevármelo, de lo contrario su vida después de ser tan poderoso y haberlo perdido todo será peor que la muerte para él- Yibrail ilumina su trompeta-. Y tú no quieres que tu amigo vuelva a pensar que es menos poderoso que tú.
Abraham abraza a su caído colega y desesperadamente expulsa su energía con la esperanza que esta sea absorbida en lugar de la de su amigo.
-Es inútil San Abraham, solo te acabarás más rápido y me terminaré llevando a ambos.
Abraham aumenta su poder y creando una especie de campo con un réquiem que sirve más como escudo que otra cosa, se aferra a mantener a su amigo en este mundo.
-Pues así será, al final los tres seguiremos juntos luchando por nuestros sueños, eso o nada- el muchacho hace que brille con luz propia el cuerpo de su compañero.
-Algo me impide que pueda absorberlo, será acaso que ha logrado hacer…- Yibrail se sorprende y deja de hacer el intento-. En verdad puedes amar a alguien que busca destruirte, sacrificas todo lo que te queda por su bienestar. Sin duda eres como el que dejó a un lado el bien de su linaje por que el que es, pudiera hacer el pacto con su pueblo, es solo que a la inversa, por proteger a los tuyos estás dispuesto a retar a las leyes.
-Estoy dispuesto a destruir a aquello de lo que hablas si eso se dedica a buscar la muerte, yo defiendo a la vida y el bienestar de todo lo que hay, y si intentas llevarte a otra persona, te detendré, ¡te detendré a ti a todos los que son como tú!
-Estoy impresionado, estás en contra de las leyes que están a tu favor, por salvar a este mundo, así como lo defendiste de él, ahora lo defiendes de nosotros- Levantando la trompeta se prepara a sentenciar-. Tú no serás conocido como el que es el amigo del Señor, si no como el que se le asemeja, eres Abrahel, el que es como Abraham.
Abraham ahora bautizado por estos seres concentra su energía en su amigo, Damián despierta y antes que Yibrail continúe su ritual extiende un brazo y le apunta, como si aún tuviera un rastro de aquel poder que ya no tiene, expulsa un rayo similar al réquiem pero con la forma de sus técnicas anteriores y agrede al ángel, Damián se desmaya de nuevo.
Yibrail es herido y con desequilibrio se desvanece, es entonces que sorprendido Abraham mira a su amigo boquiabierto, sin saberlo le ha transferido su poder a él. Alrededor una voz extraña retumba.
-Ahora Damián tiene el poder, su camino lo decidirá él y sabrá si continua con la empresa anterior, mientras San Abrahel continuará su rumbo y hoy por ser su cumplimiento de ciclo solar- refiriéndose a su cumpleaños la extraña entidad declara- uno de sus sinceros deseos será realidad.
Abraham se siente débil, la mirada se le nubla y cae desmayado, Ahora ya no es el ser extraordinario de antes, ahora duerme como el día que fue sujeto elegido de semejantes habilidades. Ahora un nuevo camino se le muestra al Arcángel San Abrahel.

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