lunes, 12 de julio de 2010

más cargas para el viaje.

Episodio 36: Ahora
Sonia y Abraham son adultos aún jóvenes, él conduce rumbo a un hospital para animales. En el asiento trasero del auto van los gatos que Sonia rescató y cuidó por tanto tiempo, ella se mudará en breve y no podrá llevarlos a ambos.
-Bien, aquí estamos- Abraham frena y Sonia se prepara para tomar al gato de color negro para llevarlo al interior del recinto- ¿Qué le pasó a la jaula que tenías?
-Sabes perfectamente qué le paso, no te hagas- ella con una sonrisa fingida le recuerda a Abraham lo que le hizo.
-Este… Bueno ya ves tú que ni falta hace- prefiere omitir el tema.
-Nunca vas a cambiar, ¿verdad?- Sonia abrasa al gato negro y se dirige al interior.
El gato negro juguetea y lame los dedos de Sonia, toda su juguetona actividad es relativamente tranquila y parece no mostrar desaprobación a su cambio de hogar, ella camina a ritmo normal. Mientras Abraham se estira en el auto y por el retrovisor ve que el gato rojizo ya no está, ladea las cejas y decide revisar, el felino entre el viaje ha mostrado una completa conducta negativa, ha maullado quejándose desde que salieron, ahora se ha escondido bajo el asiento del conductor, Abraham teme meter la mano pues cree que será mordido, así que opta por bajarse y dese atrás revisar.
Así él abre una puerta de las traseras y se asoma por debajo del asiento y ahí ve al animal hecho todo erizado, como si lo desconociera, Abraham lo mira fijamente a los ojos y un extraño brillo los conecta, como si él pudiera entender lo que piensa el gato.
Sonia viene de regreso ya sin el otro felino, ella se aproxima al auto para recoger a la pareja y Abraham se percata de su arribo.
-Déjame ir- Abraham por un instante entiende decir al gato.
El joven abre la puerta más, rápidamente el gato sale de un brinco y pareciera voltear en medio salto para con un guiño agradecer a Abraham, corre por la calle y la cruza, se adentra en una callejón cercano y entre unos negocios ambulantes se pierde, así es como el optó por su libertad.
Sonia mira sorprendida y enojada a la vez a su compañero.
-Se escapó- Abraham dice ni más ni menos con un aire de ingenuidad y cinismo simultáneos, al parecer a este personaje solo le resta oír su regaño en solitario, dado que la visión termina.

-Me duelen los ojos, ¿dónde estoy?- Abraham se levanta lentamente como cada mañana en que amanece tras una noche de palizas- el gato estará bien, ¿verdad?
-No sdé de qué gato hbda sedñod. Una voz trabada e infantil le contesta
Abraham rápidamente reacciona y gira para apartarse, se lleva un gran susto al oír que no está solo.
-¿Quién eres tú?- Abraham asustado pregunta apuntando con la mano olvidando que no tiene poderes.
-Yo dsoy Fedipe, pensé que no te ibas- se limpia la saliva-. A devantad.
- ¿De dónde saliste, qué pasó con los monjes?- Abraham grita amenazadoramente, así asusta al niño el cual se agacha y comienza a llorar-. Pero si es solo un niño.
Abraham se acerca cuidadosamente al pequeño el cual en posición fetal solloza tras el cuestionario que más bien parece regaño. Se inclina para verlo y se percata de varias cosas, entre ellas que el niño parece muy maltratado, como si llevara varios días perdidos en ese lugar, sin aseo ni alimento, además era evidente que el pequeño sufría de un retraso mental.
-Lo siento, no te preocupes, está bien- Abraham con su mano en el hombro del niño, lo alienta-. Ambos saldremos de aquí.
El pequeño se tranquiliza después de un corto lapso, Abraham estudia la bóveda una vez más y en esta ocasión encuentra una posible salida tras una grieta diminuta.
-¡Felipe, creo que he encontrado una salida!, espera y déjame ver puedo mover las rocas del rededor para intentar salir, no temas si ocurre algo, pero si escuchas algo que te parezca sospechoso escóndete y no salgas hasta que te avise.
Abraham hace palanca sobre la grieta con una piedra larga que encuentra tirada, su esfuerzo le parece a la vez extraño, aunque de niño no tenía poderes que lo hacían supra fuerte, prácticamente desde el día que tuvo el accidente no ha tenido problemas por su fuerza o cualquier otro atributo físico, haciéndolo dependiente de ello. Tan ajeno le es el no poder realizar de modo eficiente un trabajo físico que en cierta medida disfruta el ser normal por ahora. Con el sudor a cántaros logra mover una piedra pequeña, abriendo suficiente espacio para que por el hueco pasara el niño, y él batallando un poco, siempre y cuando la gruta no se haga angosta más adelante, ambos podrán continuar a gatas.
Ahora le dilema es decidir si el niño será el primero en entrar o él. Está oscuro y no sabe si más adelante habrá fauna nociva, o cosas que le lastimen la pequeño por lo que cree que él debe ir enfrente, no obstante si manda al niño por detrás y algo obligara a acelerar el paso, podría perderlo. Abraham opta por hablar con el chicuelo y explicarle ambas posibilidades.
-¿Tú que consideras Felipe?
-Yo quiedo id pod… Delante.
-Está bien, pero si algo ocurre y te pido que aceleres el paso, no me esperes, continuas hasta que salgas, prométeme que pondrás mucha atención y tampoco andarás como lo…- se detiene antes de pronunciar “loco” como si esto fuera despectivo para el caso especial de Felipe.
-Tú no quedes queed en mí, tú me dices loco- Felipe enfurece y entra en el pasaje rápidamente como si escapara de Abraham.
-¡No Felipe!- Abraham se lanza para atraparlo sin éxito, y batalla para entrar en la angosta perforación, para cuando lo logra, Felipe se le ha adelantado.
Abraham gatea pro un pequeño lapso, pues, solo era el inicio de un laberinto de túneles que una vez adentro se multiplican.

Una silueta se materializa en la bóveda que es abandonada, espirales de luz se entrelazan como fibras luminosas que cosen la superficie de una figura humana, masculina y fornida, más alargada en las extremidades así como en el cuello, a continuación escaman en su superficie placas metálicas que recubren el cuerpo del ángel.
Armadura con detalles en azul a causa de los cristales preciosos que se forman como sedimentos minerales sobre la plateada armadura, su máscara completamente uniforme y lisa evita el imaginar sus rasgos, flotando a pequeña distancia del piso al final se desenvuelven fibras más luminosas que parecen formar más que una capa sobre su espalda, “alas”, alas que ondulaban como si su naturaleza fuera acuosa.
-Pudiste abandonarlo Abraham, ese niño y tu completa necedad de pensar que todo lo aquí presente no es una trampa, harán que perezcas. Es una pena, nunca había visto alguien con tus capacidades.
Yibrail es un ángel muy distinto a lo que la tradición nos ha querido enseñar, su figura no coincide tanto en ese espíritu en que se podría confiar como en su capacidad de causar temor, quizá en eso si es efectivo ya que con semejante figura aterradora, se respeta a dios por que se respeta, y se le teme. Él ha logrado entrar en el Templo de Quetzalcóatl y activar todos sus aspectos místicos a su voluntad para así probar a Abraham con base en las virtudes señaladas por los antiguos aztecas.

Abraham busca y se asoma en cada posible ruta tomada por Felipe, sin embargo no logra dar con el paradero. Cada orificio húmedo y resbaloso, el sonido de las gotas caer y la frialdad estática hacen de ese un sitio poco cómodo, incluso para alguien que se la pasa combatiendo contra seres completamente extraordinarios, o con poderes gélidos como lo fue con la hermanas gemelas hace ay meses. El eco repite el nombre del niño y se pierde en la oscuridad, el muchacho en desesperanza amenaza con rendirse, pero… ¿A dónde irá?, de no encontrar a Felipe, aún así no sabe por dónde podría continuar.
Pedacito a pedacito el niño arma un ladrillo de lodo, considera que seguirá sin salir de la cueva por lo cual deberá hacerse de una fortaleza en al que pueda protegerse por si algún monstruo o Abraham lo busca para hacerle daño. Ha logrado encontrar una bolsa de aire de buen tamaño y ahí planea en hacer su casa. Como cada infante, su fantasía es su realidad, en tanto Abraham ha dejado de caminar pues no tiene intención de perderse… Más.

La superficie es rojiza y elástica, se trata de una membrana que se ha adelgazado hasta ser casi transparente, por su orilla podemos apreciar a una persona en su interior. Un muchacho que dentro de una delicada burbuja se encuentra en posición fetal, un liviano fluido disminuye su densidad rápidamente, aunque el cuerpo en el interior flota, apreciarías que no hay ya líquido si no gas en su interior.
Lilith ansiosa muestra un brillo desconocido en sus ojos, uno benigno. Con un mordisco no más calmado presiona su labio inferior y con poca presión que ejerce la lengua sobre este, recorre de adentro a afuera con un delicado latigueo.
Damián abre la boca y deja escapar una bocanada de aire que forma una bomba flotante que se dirige hasta la parte superior de la membrana que lo contiene. El aire se alarga primero y después toma una forma de esfera perfecta, al alcanzar el tope con una súbita explosión revienta el envase dónde se haya Damián.
El joven se desploma y extiende sus extremidades en la caída, parece que recibiría con un abraso al piso cuando Lilith con un movimiento rápido se lanza contra él para atraparlo. De rodillas ella sostiene el frio cuerpo de al que cree el Arcángel, sin impulso alguno, con cada músculo colgante, sin aire entrando o saliendo de su boca. Damián parece completamente inanimado.
Lilith ha pasado de su euforia discreta a un estado de completa contemplación. Atenta mira el cuerpo que abrasa, un segundo le parece eterno y más siete de ellos, es entonces al final del último cuando escucha un latido ajeno, el sonido aunque es casi imperceptible para ella le resulta como un gran estruendo, la paso de un segundo más resuena el segundo latido, las pupilas de Lilith se dilatan y enfocan claramente el momento del tercer latido, el mismo momento en el que Damián abre los ojos.
La primera imagen que percibe tras estar suspendido en esa bolsa de poder es el de la hermosa mujer que lo tiene sostenido, él enfoca y desenfoca la visión repetida y rápidamente, cada que ocurre el cambio mira a una Lilith distinta, una que aunque posee gran belleza muestra un espíritu corrompido.
De la raíz a la punta su cabello cambia del mismo modo que el de Abraham, se tiñe en color gris aunque más claro y brillante, así mismo se dilata la pupila de manera sobrenatural, su ojo se cubre de negro.
-Ha despertado, ahora el Arcángel es como ellos, conoce del bien y le mal, y posee el fruto del árbol de la vida eterna- Lilith contenta menciona.
-Yo no soy el Arcángel- Damián sentencia de modo despectivo-. No soy un perdedor.

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