viernes, 30 de abril de 2010

¿Conocerse a sí mismo es saber de tí, o saber sobre loq eu hay tras o antes de tí?

“Quien se sienta como yo debe comportarse
como si fuera el único habitante de un
planeta desierto y tuviera que arreglárselas
como pudiera”.


El autoconocimiento es probablemente el tema eje sobre el que la filosofía gira cada que una postura nueva nace, irónicamente no es la primera que un autor decide tratar. Es quizá porque primero pretende establecer los conceptos que serán utilizados para dicha empresa, el establecer cómo se puede conocer, qué se puede conocer y qué es uno mismo.
Como buen kantiano, el pesimista de Frankfurt tomará el esquema de explicación partiendo del modo en que se relacionan los sujetos y objetos. Estableciendo el concepto propio de lo que es conocer, lo que es entender y lo que es representar, tomando este último como el modo en que el mundo se hace presente. La filosofía de Schopenhauer gira en torno a su idea de voluntad, es la voluntad la base sobre la que se construye todo lo existente, ya que si es el sujeto lo que al relacionarse con el mundo le da existencia, es la voluntad aquello de lo que está precedido el hombre.
Es la representación del mundo aquello que es entendido como el mundo que se percibe, mientras que Kant toma tiempo y espacio como condiciones en lo que se ubican las cosas, el tiempo y espacio en Schopenhauer constituyen una forma de acondicionamiento para conocer esas cosas, no es que estén en ellos, si no que son posibles de percibir con dichos elementos y posteriormente a través de su representación, el entenderlos.
Es así como la relación entre el sujeto y el objeto da pie a la representación como modo de conocimiento en que el sujeto no está separado de aquello que conoce, están ambos inmersos en la misma cosa, y ambos participan de la energía fundamental y necesaria para ser, eso que será manejado por Schopenhauer como voluntad. La voluntad está definida como la energía o fuerza original, es el impulso de existir de una cosa, será entendida como a priori del cuerpo entre que el cuerpo es el a posteriori de la voluntad (aclarando que no se trata de una mera noción temporal, si no condicional, la voluntad es condición para los cuerpos).
Es así que la voluntad es como la raíz del árbol en tanto que el intelecto (facultad alcanzada tras el entendimiento) sería la corona, dejando en medio como tronco al sujeto visto como yo.
El problema aparente es cuando el objeto a conocer es el mismo (en cuerpo y voluntad) que pretende entenderlo, pues la representación al ser la totalidad entre sujeto y objeto, si carece de objeto fuera de sí, no es posible. Mas el mencionado filósofo nos explicaría que la voluntad al ser el impulso primario. Es aquello que busca conocer, empero, no es el conocedor, si no la cosa tras el conocedor. El entendimiento tampoco es el conocedor, si no la acción mediante la cual éste logra la representación. ¿Cómo lograr una representación del yo?
Es aquí donde se desarrolla más el concepto de voluntad como impulso de vivir. Al igual que Santo Tomás distingue entre impulsos propios de la razón e impulsos carnales mediante apetitito irascible y concupiscible respectivamente, Schopenhauer distinguirá impulsos primarios de sobrevivencia y aquel apetito que va más allá del sólo sobrevivir y que busca el avance a un estado superior. Los primeros impulsos son comunes entre los animales, mientras que el hombre es el único con capacidad de entender semejante abstracción propia del intelecto. Esto es notorio en cómo éste es consciente de su naturaleza mortal a diferencia del animal.
La voluntad es entonces la causa de movimiento del yo al intelecto, aunque también es lo mismo que condiciona el modo en que lo hará. Ya sea como impulso o como apetito. Pero la voluntad delimita el camino del sujeto, no lo deja caer por completo en el resto de los objetos aunque tampoco puede permitirle convertirse en voluntad pura.
Además la voluntad no es lo que conoce, la voluntad sólo está ahí a priori en las cosas, y aunque es el motivo de conocimiento del exterior, no es un objeto a conocer. Por ello el autoconocimiento no es propio de la voluntad.
No obstante, dado que la voluntad hace del sujeto un objeto entre los objetos, permite a su vez el diferenciarlo del resto. De esta separación entre la propia representación y la representación de lo exterior, abre la posibilidad del auto reconocimiento a partir de la negación del otro en el mismo sujeto, es decir, el no ser de lo externo es lo que identifica al sujeto solo consigo mismo. También es expuesto como esta relación reduce a la individualidad con un valor solo aplicable en el mundo de los fenómenos.
Visto así, en un campo epistemológico, Schopenhauer nos muestra que el sujeto al ser el vínculo entre intelecto y voluntad, participa de de su representación como por oposición a lo externo, su autoconciencia es el resultado de reconocimiento del no ser de lo ajeno que está en él.
Pero el autoconocimiento como tal parece no desarrollarse tanto en el campo epistémico como lo expone en el de la moral. Donde va a vincular el desarrollo de la persona en el contexto de su camino trazado por la voluntad y la propiedad de ser libre.
Primeramente creo necesario aclarar que lo que busca no es afirmar que cierta conducta es benéfica ligándola al deber o a otro tipo de imperativos, si no que la ética es alcanzada cuando un individuo se hace consecuente del desarrollo de la voluntad y la libertad que este logra alcanzar.
Al ser aceptada la voluntad como tal se acepta también la postura que esta determina a un sujeto a partir del impuso de vivir o ser feliz. La polémica consiste en descubrir si la misma tendencia a ser feliz no es precisamente lo que encadena al individuo y lo limita, esto si se entiende como libertad la carencia de necesidades, pues la voluntad establece la principal necesidad de mantenerse vivo, ya sea por medio de una representación intuitiva de sobrevivencia o por el motivo abstracto de ser feliz, por lo cual un sujeto no es libre. Por ello Schopenhauer hablará de tres tipos de libertad:
- La libertad física: la cual considera negativa al ser la negación de cualquier impedimento u obstáculo entre un objeto y otro,
- La libertad intelectual: que coincide con la física con la diferencia que esta se aplica para cuestiones de entendimiento, como obstáculo se entiende todo aquello que no permite el adecuado desenvolvimiento del intelecto como tal.
- Libertad moral: se logra cuando la determinación moral no está exteriorizada, por lo que aquel que es libre moralmente hablando es aquel que no está determinado por cuestiones externas a sí mismo.
La libertad a tratar con mayor atención es la libertad moral. Sobre todo enfatizando en lo que significa el ser determinado por lo externo. Si consideramos que la voluntad es la motivación a realizar actos en un ser humano (por el impulso de vivir), el individuo inevitablemente está determinado por su voluntad, jamás podrá separarse de ella, incluso cuando su motivación aparentara no estar dirigida a la obtención de algún beneficio, el mismo desinterés es el objeto a conseguir, todo acto dirigido implica una exteriorización del sujeto.
Ante esto nos planteamos la pregunta: ¿se provoca necesariamente el acto de voluntad con el motivo, o más bien la voluntad mantiene una total libertad de querer o no querer cuando aquel irrumpe en la autoconciencia?
Con esto se especula que la voluntad a la vez es lo que se mantiene libre y responde ante el motivo. O más bien el sujeto está determinado por ella internamente, y los sujetos pueden decidir si continuar o no con los motivos, al final los motivos inclinan pero no obligan. Es lo que se conocerá como razón reflexiva
Con esto se entendería que la libertad va de la mano con la determinación del sujeto, entre mayor sea su conciencia de sí, más cerca está de entender sus limitaciones y motivos, siendo libre en el momento que elige cuales seguir y cuáles de estos lo acercarán a su desarrollo en plenitud.
Pero entonces la autoconciencia exige un acercamiento del hombre a su voluntad a sabiendas de cómo dirigirla, este dominio de sí a la vez lo hace libre, en resumen, el autoconocimiento es condición para la libertad a través de la elección.
Aunque se debe recordar que la voluntad no es sinónimo de elección ni deseo, la voluntad no conoce, la voluntad no hace, pues en el momento que lo hiciera solo lo haría a través de su representación, y no de la voluntad misma.
La voluntad es un esfuerzo sin fin (refiriéndonos a intención).
Es entonces la pieza fundamental del autoconocimiento, primero estar conscientes de lo que es la voluntad, e irremediablemente al entenderla como esa energía que no tiene sentido, nos percatamos que nos conduce irremediablemente a la resignación.

“El dolor de la existencia se vuelve real solo en el momento en que el que sufre toma conciencia de ello, en el momento en que la representación entra en juego, en el que interviene el intelecto”
(Sans 1990, 21)
El sentido trágico es lo que en realidad enmarca a la autoconciencia en Schopenhauer, el saberse un ser sin sentido es el momento cumbre en que un individuo entiende, que su naturaleza lo guía hacia el intelecto, no obstante los actos humanos que no tienen como finalidad el completar la voluntad no servirán de nada. Por ello quien se percata de esta conclusión no puede reincorporarse a la sociedad como una persona más.
Es así como después de las visiones epistémicas y éticas develamos que la autoconciencia se alcanza en un estado estético, prácticamente contemplativo.
La voluntad solo se intuye al no poder hacer nada en ella, solo puede ser apreciada, es por ello que la autoconciencia no se logra únicamente por conocimiento conceptual, pues este al estar limitado por la deducción comete errores. La autoconciencia es la vivencia de apreciación del ser en sí mismo, el aceptar la voluntad con sus características pertinentes, por ello el arte alcanza su fin, porque considera a las cosas independientes de su principio de razón.
Este estado contemplativo anuncia al hombre su insignificancia y su superación a la vez, dado que no es nada en realidad, y sus actos no tienen esa trascendencia, comenzará a desaparecer de entre sus creencias ideas erradas como el amor, ya que en realidad el hombre no puede amar sincera y desinteresadamente, esto porque el hombre cuando ama a una mujer desea tener posesión de ella, y para ello es justo la entrega de sí mismo, algo que para cuando se conoce el sin sentido, resulta absurdo y degenerativo.
“Tras el romance que surge entre una pareja de enamorados”-Dice Schopenhauer -“Existe la intención malvada de un niño por nacer” (esto por la constante e instintiva noción de sobrevivencia de la especie)
(Schopenhauer)
Una vez que el hombre se percata de su completa vida si objetivo, queda libre de los deseos externos que podrían encadenarlo contra su sentido de autorrealización, cuestiones arraigadas por la cultura como el amor, el poder o el procrear.
Por el contrario, un ser consciente de sí mismo hará lo posible por mantener íntegra su persona, se alejará del resto de los individuos aún enajenados con el entorno e incluso practicará lo que considera nuestro autor una sana misantropía. Un desprecio por las ideas ordinarias de hombres ordinarios, que son incapaces de contribuir con el desarrollo intelectual del consciente.
En la guía sobre el autoconocimiento de Schopenhauer apunta.
“no hay que poseer lo que se desea”… “es necesario mantener la libertad y el ocio”.
(Schopenhauer)
Con estas sentencias de apertura, nos percatamos del desarrollo práctico de la idea de autodeterminación excluyendo los factores externos, así como nos muestra Spinoza que es necesario para la autodeterminación el deshacerse de los deseos que son ajenos e inalcanzables, así como para ser felices y libres (dado que el identificar los límites y capacidades de sí mismo conlleva a la capacidad de elegir solo lo que está al alcance y evita la nostalgia por lo no conseguido). Como expone el holandés…
“Nuestra alma obra ciertas cosas, pero padece ciertas otras; a saber: en cuanto tiene ideas adecuadas obra necesariamente ciertas cosas, y en cuanto tiene ideas inadecuadas padece necesariamente ciertas cosas.”
(Spinoza 1677, 104)
Así mismo, señala también Schopenhauer la necesidad de mantener el ocio mediante la nula atadura a compromisos, un ser con conciencia elevada solo puede dedicar de lleno su atención al intelecto si evita a toda costa otras actividades de menor importancia de entendimiento, como lo es la discusión sin sentido con gente necia o el compromiso nupcial.
Es así que justifica éste su conducta ermitaña y su aceptación por el concepto de herencia y manutención del filósofo así como del artista. Aquellos que no logran su libertad, deben servir a mantener posible el ocio de quienes pueden hacer algo productivo con él.
De Spinoza Baruch, 2002, Ética demostrada según el orden geométrico, México DF, Fondo de Cultura Económica.
Belaval Yvon, 1979, Historia de la filosofía Vol. 8, México DF, Siglo veintiuno editores.
García Borkon, 1998, Historia de la filosofía Vol. 6, España, El Serval
Sans Edourd, ¿Qué sé? Schopenhauer, 1990, Presses Universitaries de France, Publicaciones Cruz o. S.A. y Consejo nacional para la cultura y las artes.
Schopenhauer Arthur, Los dos problemas fundamentales de la ética, 1993, Siglo veintiuno editores.
Schopenhauer Arthur, El mundo como voluntad y representación, Fondo de Cultura Económica de España, S.L., 2003
Schopenhauer Arthur, El arte de conocerse a sí mismo, Alianza Editorial S. A. 2007

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