sábado, 20 de marzo de 2010

tercer acto

El Líder
“El hecho mismo que para designarlo se haya españolizado una palabra inglesa, “leader”, indica su importancia en la existencia de la nación y en la vida cotidiana de sus habitantes”
(Alba 1956: 18)
Cuando el sindicato ha adoptado su forma actual, es claramente visible que a diferencia de sus antecedentes, hoy es un organismo político, las negociaciones con el patrón no son ya la prioridad, si no aquellas con el estado, la eficacia del sindicato depende del interés político en el momento. Ha logrado el avance de ser reconocido como un movimiento exclusivo de esta nueva clase proletaria que lucha por la defensa de los ahora derechos de sus integrantes, aunque como antes se mencionó, los integrantes tienen un personalidad dependiente del grupo, la organización son ellos, y ellos son la organización, excepto una sola figura.
Como organismo representativo requiere la presencia de un elemento que aunque es un trabajador como el resto del grupo, este no se dedica al trabajo, si no a la administración humana y política del sindicato, esa figura es la figura del líder.
Figura controversial que está dispuesta a negociar con la voluntad de sus afiliados, dependiendo de los intereses y posturas del instante, este apoyará o se desvinculará de otro grupo político. La relación vuelve a tener otro giro aún más dramático. El patrón, se relaciona con los empleados a través del líder, los obreros no se relacionan con el sindicato, ellos son el sindicato, pero se manifiestan ante el exterior a través del líder, el líder incluso tiene una relación con el estado, y se convierte en la piedra angular en cualquier diálogo que involucre a los trabajadores.
La idea de trabajo, ha desaparecido, no es necesario producir un objeto para ser considerado como trabajador, tampoco la presencia depende de la fuerza de trabajo. El obrero es obrero por su afiliación, ya sea que aporte su fuerza de trabajo o su sola presencia. Aunque el proletariado se sigue reconociendo como la clase oprimida, se da el lujo de enfatizar el contraste en las jerarquías dentro del sindicato, la figura del poder del líder es casi tan imponente como la del patrón, es donde se marca la diferencia de talentos de los que dependerá una empresa.
La personalidad es la única formadora de esta figura, los medios de producción son los formadores del patrón, uno practica el arte de mandar, y el otro el arte de convencer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Germán, en el nombre del demonio

Germán…  Claro que recuerdo ese nombre, yo nunca olvido uno: pequeña víctima de sí mismo, ignorante de su capacidad, temeroso del profu...