Hace un año publiqué una lista musical que representaba el
año en que supuestamente se terminaría el mundo, no lo supe en ese instante,
pero en verdad se terminó para mí de cierto modo. Las cosas cambiaron tanto y
los viejos paradigmas tanto buenos como alentadores ya se convirtieron en
insostenibles.
El 2013 comenzó para mí con un profundo sentimiento de miedo y expectativa,
aún continuaba preocupado por el final del anterior y ya estaba sin saberlo en
el peor panorama de mi vida. Enero se caracterizó por la espera de alguna señal
que dijera que sería un buen año, señal que nunca llegó, así es como solo tenía
como confidentes a mis jóvenes aprendices y a una ciber acosadora que me ha
llenado los comentarios de interpretaciones tergiversas y que jamás solicité.
Poco a poco me acerqué a la consecución de un logro personal que tenía tiempo
de perseguir, no obstante no pude disfrutarlo y con el tiempo me enteraría qué
era eso en el aire que teñía de fúnebre mi vida. Así es como entre aplausos
vacíos, una chica distraída y mi padre debilitándose, mi primer libro pasó a
solo ser un pequeño montón de papeles.
Una situación económica complicada hizo de mi cuaresma un viacrucis
complicado que se enmarcó con cadenas de ocupaciones y evasiones discretas. La
amenaza fantasma cobró el nombre del evangelista que escribió sobre el fin de los
tiempos, irónicamente al igual que en las escrituras, todo mi fracaso era
consecuencia de la fe que profesé erróneamente.
En el trabajo la cosa también se puso delicada, aunque
refrendé el título del año anterior, los problemas de relaciones me tendían la
cama para cuestionar la renovación de mi contrato. Solo un chispazo de mi
alumno más brillante me dio un respiro de tranquilidad en el mes de marzo.
Semana santa se convirtió en mi pasión definitiva, se
confirmó mi mayor temor y cobró sentido tanta inseguridad. Perdí, la vida no
era más lo que pensaba, las morales que me enseñaron ya no valían nada, y las
virtudes que atesoraba se veían reducidas a basura que ya nadie querría jamás.
Lo único constante era que a partir de ese día, cada uno procuraba ser peor que
el anterior.
Mayo fue el mes que me dio literalmente “En la madre”, ya
sobre mi cadáver abundaban las etiquetas de ridículo recuerdo, mi tumba era una
atracción más que en el panteón servía para los turistas que decían: “Eso pasa
por…”
En la segunda mitad terminé de llegar al infierno, mi
familia quedó maldita de sangre y literalmente solo me ayudaban los rezos de
algunas personas que nos apreciaban hacían por nosotros, las noches se hicieron
más oscuras y entre cada pesadilla me daba mucho tiempo para pensar en cada uno
de mis errores, las maldiciones constantes llegaban en forma de silencio y
lamentos.
Desde entonces esperé mi cumpleaños al que no debía llegar,
la crisis de los 27 me enseñó que la vida loca no va más allá de eso. Por un
momento sentí un cuerpo y una caricia que me decía que no había sido tan malo,
y aunque por ese momento valdría la pena vivir tanta tristeza, solo se trató de
una cortesía de consolación.
Hoy está por terminar este maldito año que desearía no haber
conocido, y como a todos los que terminamos en el infierno por seguir a la
ciencia, Dios se encarga de que nos enteremos que nos da la espalda mediante el
narcisismo que siembra en la gente que dice: “Eres malo porque dices la verdad”.
Los héroes solo son héroes mientras son complacientes, a quien incomoda se le
llama incendiario, este año vi levantados en hombros a las figuras más injustas
y en la humillación y miseria a los más trabajadores, el mundo se encargó de
recalcarme que las preferencias son por el mal porque es el más confortable y
que muchos preferían la paz y la seguridad sobre la razón o la justicia.
No obstante, la gran fuerza que me lanzó a las llamas era
resultado de un gran fervor que tuve por virtudes que ahora ya nadie valora
pero que en algún momento me llenaron el mundo de esperanzas. Debí alejar los
resultados le las intenciones y comenzar a predicar la esperanza con base en la
razón y la verdad, combatir al Dios vengativo y enajenador con la verdad que
hace libre y con el tiempo, es la vida.
Mi padre enfermó, me alejaron definitivamente de la persona
que amo, me quitaron mi libertad y más de la mitad de mis actividades. Y a
pesar de ello, decidí buscar independencia y seguir apoyando a mi familia a la
vez, decidí desde el infierno buscar una salida para volverla a cuidar, decidí
que el poco tiempo que trabajara fuera de excelencia. Y de algo puedo estar
contento aún en mi año como fantasma, en 7 meses he ayudado a que mi padre
mejore a pasos agigantados y hoy sea de los héroes ejemplares pioneros en
vencer al cáncer, que aún entre lágrimas y reclamos la persona que amo aún confíe
en mí, que cada alumno mío me extrañe y conserve mis enseñanzas, y que me
permitieran unirme a un grandioso grupo de defensores de la vida.
Lo bueno es que este año ya va a terminar, y como una gata
sabia dice: “ojalá encuentre la mejor manera para solucionar lo que viene”.
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