La opción de contar con distintas realidades ha sido siempre
una gran fuente para los escritos de fantasía y ciencia ficción. Nos permiten jugar
con posibilidades nuevas sin alterar nuestra línea narrativa original, bien
podemos adentrarnos en un “¿qué habría pasado si?” o simplemente tomar el lado
oscuro de un futuro que aún no ocurre para fundamentar los pasos a seguir en nuestra
historia original. Y así como es un recurso literario, el comportamiento
cotidiano tiene estas tendencias pues, al igual que en muchas historias uno
quisiera ver alternativas a la línea original por inconformidades, en la vida
cotidiana también hay inconformidades, que para no llamarlas así optamos por
matizarlas como fantasías. Es así como en una galaxia muy lejana… Las virtudes
se materializan un campeón y se vuelve un eterno justiciero, todo aspecto de belleza
se conjuga en una dama y esta siente una tremenda atracción por nosotros, o
simplemente los dolores cotidianos encuentran cura en una utopía y nos consuela
saber que algún día la realidad se le parecerá.
Y así es como hay quienes toman como espacios para expulsar a aquellas
creencias peligrosas. La imaginación es un exquisito exilio para antiguos
dioses que ya no encuentran cabida en los poderes actuales, que proponían
rituales ahora repudiados o sacrificios a los que ahora nadie está dispuesto, son
víctimas de la transvaloración moral.
Del mismo modo algunos utilizan estos universos alternos
para proteger de los vicios a sus deseos más añorados, mantienen el anhelo
dentro de un mundo onírico que de preferencia se deja visitar por él en lugar de
buscarlo. Así los sueños intercalados por pesadillas adquieren un gran valor,
ya que en temporadas de crisis aumentan las segundas para poder presentar los
primeros como un símbolo de esperanza. La fantasía también suele ser el campo
donde los seres inalcanzables suelen tener un gesto agradable, el problema en
comparación con los sueños, es que la fantasía, al llevarse a cabo despierto,
suele ser más frágil y su confrontación con la realidad es dolorosa, sobre todo
porque estas nacen de una profunda inconformidad con la realidad.
No obstante el mundo no es tan malo por sí solo, en realidad
es muy generoso, y somos nosotros quienes agregamos los aspectos posesivos que
envician a las deidades que después habremos de expulsar, pues cuando un Dios o
un amor imposible se mandan al imaginario, es por situaciones de intereses. Así
se le rescata únicamente por partes, teniendo preferencia por los recuerdos
hermosos o las explicaciones inocentes. De los dioses tomamos la grandeza que
inspiraban y se comparten como mitos, y de los fracasos se toma el entusiasmo
inicial para resaltar una supuesta ganancia. Se les invoca constantemente con
nostalgia, con un fervor que en su pretensión por ser discreto opta por la
melancolía, por ello se les ocupa no como referencia, sino como inspiración.
Y así obtienen una nueva oportunidad las antiguas deidades,
una oportunidad para convivir amablemente con nosotros, se convierten en inspiración
de la obra que refleja los sentimientos, las convicciones e ideales. Los
antiguos dioses y amores se vuelven arte, la tragedia inmortaliza a los caídos
y justifica a los tiranos vencedores marcando como único tirano al derrotado,
la memoria vuelve ángeles a los que nos fueron lejanos y valquirias a quienes
no pudimos superar.
Pero el universo ajeno es gobernado por ellos, y quienes los
mandaron no pueden ya cambiarles nada, al declarar una victoria contundente
ante ellos, irónicamente firman una derrota por manipularlos, y como condena
solo les queda extrañarlos.
Por eso son seres míticos, de un tiempo en que todo era
mejor, los Dioses bajaban con los hombres, y las musas no habían huido aún. El
arte refleja ese universo alterno, donde aún ellos gobiernan y desde el lugar
que acá intentamos recrear. Ahora no estoy seguro si la fantasía imita a la
realidad, o es al revés.
No entiendo como puedes con tu locura hacer tanto daño y disfrazarte de santo
ResponderEliminar