sábado, 20 de marzo de 2010

Primer acto

Concepto de civilización
Marx nos describe el uso de la idea de desarrollo utilizada por la burguesía como el planteamiento de exigencia por parte del naciente estado burgués al revolucionar el modo de vida en distintos países, ya que el constante aumento de la población y su llamado a una industria capaz de cubrir con sus necesidades, indicaría que el método antiguo de producción es insuficiente, es necesario cambiar el trabajo manual en su totalidad por el método de producción más efectivo, es decir la industria. Civilización es pues el momento al que aspira la clase burguesa como modo de vida que solo ella puede satisfacer.
Esta propuesta de producción implica entre sus aspectos la necesidad por anteponer el producto a su trabajo, pues el objeto trabajado se justifica a través de su consumo, en otras palabras, si algo se necesita se produce, si algo es trabajado sin el fin de ser consumido entonces no es objeto de interés.
Esta visión despoja al trabajador como dueño de su trabajo y con él de su ser, haciendo como propietario de este al dueño del medio de producción, pues, al ser lo importante el consumo a través del mercado el objeto trabajado no es el fin, si no lo es el bien adquirido por su venta.
Así es como el capital toma el papel protagónico a través del acumulamiento de bienes, dejando a su productor como dependiente de este, así el trabajador no es alguien, si no una parte más en la construcción del producto:
“En la sociedad burguesa el capital es independiente y tiene personalidad, mientras que el individuo que trabaja carece de independencia y de personalidad” (Marx 1848: 42).
Una vez declarada la relevancia de cada parte, observamos como el trabajador es despojado de su personalidad en el momento que su trabajo se somete a la personalidad del capital.
En este caso el vínculo que une al trabajador con el patrón, es el bien adquirido, el bien se reduce ante el capital que al ser acumulado por el patrón, solo vincula al obrero a su jefe como un medio y no como un igual. El patrón tampoco es la entidad final, si no solo el administrador, siendo a su vez que tampoco es el fin. Ambas partes se relacionan como medios para lograr el capital pero en medidas desiguales, ya que el obrero es menos al no ser propietario de su fuerza de trabajo cediendo esta por una paga que no es correspondiente. El obrero se hace ajeno de sí mismo y depende del patrón, este a su vez en mayor medida juega un rol indispensable, pues el capital depende de su figura y no de la del trabajador pues este pasa a ser un sujeto intercambiable y no necesario. Obsérvese que aunque es necesaria la figura del obrero el obrero como individuo no es toda la figura del obrero, cualquiera que se someta a este régimen puede ser sustituido por otro, y aunque el patrón puede ser uno u otro, su autonomía se logra por la libertad que tiene al elegir si vender o no vender.
En conclusión, el capital es la única figura con personalidad definida convirtiendo al jefe y al empleado como condiciones de él. Aunque el patrón se coloca como clase opresora y el obrero como la clase oprimida, el jefe elige y el empleado se deja elegir, entregando su personalidad al juicio del dueño por el desarrollo únicamente del capital, el bien final.

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