viernes, 12 de marzo de 2010

Aniversario del blog.

Ha pasado ya un año desde que abrí mi blog y reconozco que durante diez meses se la ha pasado aquí olvidado, con apenas 4 textos que nadie visitó en más de 300 días, solo con sus tres comentarios como compañeros. El de Sonia que le hace pensar si lo que es y el motivo por el que se llama así es algo positivo o no, el de Marco que le critica y exige mejorar aunque acepta que jamás volverá a verlo, su comentario que vaticina un rotundo fracaso pero que contra su carácter crítico, también señala que siempre se puede ser mejor. Y por último el de Sujey; lenitivo, fraterno, y confortador. Uno que parece fue el consuelo del blog y le servía como rastro de la esperanza que un día su cruel creador lo recordara y volviera para poner en él las potenciales y virtuosas letras cuyos intereses quizá se contrapongan a su voluntad, empero en un acto de humildad opta por aceptar su rol como proyección y manifestación del otro con la confianza que sus actos al menos servirán para un fin superior, el saber que un día al menos hará sonreír a alguien.
Al siguiente marzo ya ha alcanzado mucho más que aquello a lo que apetecía como cotidiano, cuatro veces las entradas con las que comenzó, con más del doble de comentarios (que en realidad no era tan complicado de superar), y con incluso seguidores. Quizá si hablara me reclamaría el hecho que lo retomé meramente por las circunstancias– De no ser por tu cuentito, ni me visitarías-. Diría con tristeza, y probablemente así sería, lo que desconoce es que el otro proyecto también fue retomado con el objetivo de concluir algo ajeno a él mismo, algo que me interesa a mí, a mí que a mi vez quizá esté en el campo planteado por un orden superior y que desconozco que también me tiene probablemente olvidado, o en el peor de los casos, sus intereses son contrarios a mis deseos.
Tal pareciera que si pretendo tener empatía con mis textos, no solamente deben ellos de hablarme de mí, los textos quizá deben mantener cierta personalidad y capacidad de autojustificación, a la vez yo debo formar en mí la capacidad de autocrítica, autojustificación.
Como si no importara lo que los demás digan, no obstante al igual que la redacción y ortografía dan presencia a un texto, las virtudes humanas dan bienestar a una persona.
Si también tuviera a mis tres comentaristas como únicos compañeros en el mundo, supongo también estarían con perfiles similares a los del blog. Aquel que me expone mis intenciones desgajándolas ante mi misma percepción, ya desnudas y con claridad me cuestionarían si en verdad es necesario halar tanto de ellas del modo en que lo hago. También estaría el comentario por la eficacia y elegancia de mis acciones así como su posible relación con la virtud, quizá también me diría que si no mejoro, jamás volverá a buscarme. Y por último pero igual de importante, estaría esa voz que me anima para continuar con mi originalidad característica. En cualquiera de los casos estaría agradecido.
Espero seguir vigente al igual que mi blog, y que esto contribuya en menor o mayor medida en la felicidad de varios, entre ellos yo.

1 comentario:

Germán, en el nombre del demonio

Germán…  Claro que recuerdo ese nombre, yo nunca olvido uno: pequeña víctima de sí mismo, ignorante de su capacidad, temeroso del profu...