Cada año, en estas fechas, nos
dejamos regocijar con la idea de fomentar la armonía y la esperanza con el
argumento del “espíritu navideño”. Para muchos es agradecer motivos divinos que
nos hacen mención de una armonía entre lo cotidiano y lo sagrado, por otro
lado, para un sector mayor es resultado de los excesos propios del consumismo
desbordado.
Para muchas personas estas diferencias ideológicas
se solucionan al amparo de la libertad de creencia y expresión; no obstante,
las convenciones sobre la verdadera naturaleza de la navidad no son un tema
prescindible para algunos estados que buscan hacer laicas algunas tradiciones,
o convertirlas en parte de su identidad nacional quitándole simbolismos
extranjeros e impregnando los propios.
En la Rusia comunista hubo un
intento de una navidad laica, pero lo que se hizo en México no se le puede
comparar por la propia identidad latinoamericana.
En 1930 el presidente Pascual
Ortiz Rubio citó a una comida especial al secretario de Educación, Carlos Trejo
y Lerdo de Tejada. En esa reunión se abordó el tema de la abolición de Santa
Claus como la figura principal de la navidad, y se buscó exaltar una navidad
nacionalista que tuviera como símbolo algo completamente autóctono. En esos
días la seriedad del presidente era cuestionada casi por cualquier medio, se
rumoraba que el verdadero líder del país era Plutarco Elías Calles y siempre se
asumió que en realidad Pascual no quería ser presidente. Por ello Ortiz Rubio
tomó la decisión que absolutamente todo asunto oficial fuera discutido en su
oficina, como un intento de elevar su autoridad y dejar de ser llamado “El
Nopalito”, así como desvincularse de la figura de Calles.
Se desconoce quien fue quien
propuso en realidad la figura de Quetzalcóatl como el nuevo repartidor de
regalos en diciembre, para muchos fue idea del propio Pascual; sin embargo, el
historiador Jorge Traslosheros ha mencionado que el pensamiento revolucionario
siempre estuvo acompañado por una postura laica y que buscaba regresar al
indigenismo, así mismo menciona que Santa Claus, al ser una tradición adoptada
en el porfiriato resulta una afrenta a los ideales de la revolución y su
partido oficial.
El 27 de noviembre de 1930 el
periódico el Universal publicó un
artículo donde se narraba el plan de oficializar a Quetzalcóatl como el símbolo
mexicano de la navidad, ante esto las reacciones fueron despiadadas, algunas
personas preguntaban si pondrían a Quetzalcóatl en lugar del niño Dios en el
nacimiento o si se le rezaría en Náhuatl. La idea de regresar a las raíces
indígenas mediante la navidad simplemente no convencía a nadie.
Ismael Vidales escribió un ensayo
donde se explica la observación oportuna de la poca coincidencia estética del
dios azteca con las propiedades bondadosas de la navidad, ya que él era
asociado con un monstruo, por ello el gobierno optó por retomar su descripción
de hombre blanco, barbado y bondadoso sobre su manifestación de serpiente
emplumada.
Las crónicas de ese año narran
que en el Estadio Nacional se montó una enorme pirámide y los reyes magos
desfilaron con la primera dama para rendirle tributo a Quetzalcóatl. El dios
hizo su presentación y se rindieron honores a la bandera, posteriormente repartió
regalos como juguetes y suéteres rojos.
Y eso fue todo. Después de ese
momento nadie volvió a mencionar a la serpiente emplumada y su relación con la
Navidad, el intento de regreso al indigenismo por parte de Pascual Rubio fue
olvidado a propósito para no exaltar el fracaso, y así el hombre que no quería
ser presidente perdió la batalla contra el Santa Claus de coca-cola.
me preocupa acabo de ver un reportaje parecido en este enlace con el nombre de otra persona que paso? espero no te estén plagiando http://www.eluniversal.com.mx/cultura/64422.html
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